lunes, 18 de julio de 2016

Dibujos españoles en Florencia

José de Ribera, Noli me tangere
Los pintores españoles fueron magníficos dibujantes, sin embargo sus dibujos se perdieron o no se conservaron a lo largo del tiempo. Este hecho se explicó por la carencia de coleccionistas hispanos que los reuniesen, o también, que muchos de ellos se fueron deteriorando por el uso intenso en los talleres y en las academias, unido a lo anterior. Es una parte sustancial del trabajo del artista, la parte más cerebral o intelectual, antes de llevar una historia o un retrato al lienzo. Pueden considerarse como obras de arte en sí si nos fijamos en las diferentes técnicas que se emplean en ellos antes de darles por terminado. 


Alonso Cano, Venus y sátiro

Existen grandes colecciones de dibujos fuera de España. Una de los más importantes corresponde a la Galería de los Uffizi en Florencia, donde confluyeron dos colecciones del siglo XVIII y XIX. La exposición que organiza ésta, mas la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando nos muestra una selección del riguroso proyecto de investigación llevado a cabo en los fondos de la galería florentina para estudiar y atribuir los ejemplos españoles muchos de ellos clasificados erróneamente a otras escuelas. El resultado es esta interesante exposición  y un relevante catálogo con ejemplos desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII donde se muestran obras originales con otras relacionadas o con los cuadros concretos a los que dieron lugar.

Meléndez, Retrato de muchacha

La exposición IL SEGNI NEL TEMPO. DIBUJOS ESPAÑOLES DE LOS UFFIZI, reune un conjunto de ciento veintinueve obras que nos proporcionan una visión complementaria de artistas que desconocíamos su importante labor dibujista como Alonso Berruguete o Luis de Vargas. De otros, su fama fue imperecedera, como la de José de Ribera o Alonso Cano, y que en la muestra queda ratificado. Sorprende el numeroso conjunto de autores relevantes, y no tanto de la escuela madrileña del siglo XVII, especialmente de Francisco Rizi. El dominio del color durante el estilo barroco no desmereció el trabajo con el dibujo. Los tratadistas de arte, Francisco Pacheco y Vicente Carducho destacan con significativos ejemplos. Entorno a los centros políticos y artísticos de Madrid y Sevilla, se organizan los conjuntos, sin olvidar a Valencia.

martes, 12 de julio de 2016

La fotografía de Vivian Maier

Autorretrato, no datado
Entre las numerosas exposiciones de fotografía que forman PhotoEspaña 2016 destaca una por su calidad e interés, la titulada, VIVIAN MAIER.Street photographer en la Funadación Canal. Significativa porque es la primera gran exposición de esta fotógrafa autodidacta norteamericana, 1926-2009. Compatibilizó su oficio de niñera para dedicarse en sus ratos libres a capturar imágenes en la calle, de dos ciudades, Nueva York y Chicago. Fue una pasión oculta descubierta de forma casual poco antes de morir la protagonista en la indigencia y en el anonimato. Su legado artístico que le ha llevado a la fama está formado por más de 120 mil negativos, cinco millares de imágenes impresas y más de dos mil rollos de película sin revelar.

San Francisco, 1955

Su fama la muestra como una de las mayores referentes de la fotografía de calle. A lo largo de su vida se propuso capturar imágenes de lo banal, de los acontecimientos mínimos de la realidad cotidiana, con una mirada de gran calidad y sutileza. En ellos encuentra la belleza, plasmada en la fracción de segundo de su disparo. Los años 50, 60 y 70 quedan reflejados en sus fotografías y películas, y que ahora, la exposición madrileña nos muestra, organizados en seis apartados, Infancia, Retratos, Formalismos, Escenas de calle, Autorretratos y Fotografías en color. Como se observa, la autora le interesaba sobre todo el acto de fotografiar, concebido como su forma de relacionarse con la gente.

New Nork Public Library, 1952

Los niños son sus modelos de las imágenes, a veces furtivas que toma. Ella los comprende muy bien porque se dedica a cuidarles. Algunos los graba además con la pequeña cámara de cine que emplea aprovechando los aburridos, tal vez, periodos de tiempo en los que está con ellos. Sus retratos aparecen de frente y contrapicados de modelos que encuentra de manera fortuita. Algunos son robados por así decirlo, otros se muestran voluntarios, aunque sea en el asiento de una estación de tren, en un rincón perdido de la gran ciudad. Igualmente le interesan las estructuras, los volúmenes y las formas buscando el equilibrio compositivo con encuadres a menudo frontales.


En la calle no le interesa captar lo excepcional, sino lo cotidiano que ve en los barrios populares, aunque hay excepciones. Mantiene la distancia, no participando en las escenas que fotografía, con el fin de sacarlo de su contexto. Muy interesante, por otra parte, es la insistencia en descubrir su presencia oculta tras las fotografías, al realizarse continuos autorretratos a base de fotografiar espejos, reflejos y sombras en las que aparece ella con su cámara. El resultado es excepcional y su fama póstuma merecida. Técnicamente empleó principalmente el blanco y negro utilizando una máquina Rolleiflex. Luego con la cámara Leica empezó a utilizar el color, que ella valoraba en sí mismo y le servía para jugar con la imágenes resultantes.